Agua subterránea

Acuífero Área (km2) Coeficiente de almacenamiento mínimo (%) Volumen almacenado (hm3)* Volumen anual de explotación (hm3)
Chillón-Rímac 660,34 5 330,17 252,3 (8,0 m³/s)
Lurín 206,12 5 103,06 34,7 (1,1 m³/s)

Fuente: SEDAPAL (2014, 2015).

DESCRIPCIÓN

La oferta de agua subterránea se compone por un lado de reservas de agua almacenado en la matriz del acuífero, y por otro lado, de la recarga dinámica, natural o artificial. La recarga natural, se refiere a la infiltración de la precipitación a través de fallas y fisuras geológicas, y la infiltración de agua en lechos de ríos y lagos. La recarga artificial, se refiere a la infiltración de agua procedente de tuberías rotas, del sistema de abastecimiento y desagüe, canales, y a las infiltraciones en zonas de irrigación (cultivos o áreas verdes); además, existen inyecciones de agua mediante pozos ya no utilizados. Estimar la oferta de agua subterránea es compleja, pero su conocimiento es muy importante para lograr una explotación sustentable de los acuíferos y definir umbrales. Mediante la medición de los niveles freáticos (hidroisohipsas), y su monitoreo periódico, se puede conocer el estado actual y estimar las variaciones en la oferta de agua subterránea, así como los gradientes y direcciones de flujo, los cuales generalmente obedecen al comportamiento topográfico.

RESULTADOS

Los niveles freáticos van de 600 m en las partes altas del acuífero de la cuenca de Rímac y menos de 20 m a lo largo de la costa, cuyo flujo va en dirección hacia el mar. La oferta de agua subterránea, fue estimada considerando toda el área de los acuíferos Chillón-Rímac y Lurín, con un espesor mínimo de 10 m y la suposición conservadora de que el coeficiente de almacenamiento es de 5 % (SEDAPAL, 2014), obteniendo una reserva mínima de 330 hm³ (Chillón-Rímac) y 103 hm³ (Lurín). Además, se conoce que el caudal de explotación sostenible corresponde a 8 m³/s para Chillón-Rímac (SEDAPAL, 2014) y 0,6 m³/s para Lurín (Nippon Koei, 2010), que garantizan la protección de la reserva y una recuperación natural de los niveles freáticos. Sin embargo, la oferta de agua tiene que ser gestionada sustentablemente para evitar una sobre explotación masiva, como en los años 1990, y salinización por intrusión marina.